domingo, 28 de abril de 2013

"Kichay", 15 relatos para saborear



Este pasado viernes, 26 de abril, tuvo lugar en la librería "La esquina del zorro" (Madrid) la presentación de KICHAY, la última obra de Alejandro Romera, acto en el que tuve el privilegio de participar presentando al autor. Desde aquí agradezco una vez más a Alejandro su confianza en mí. El acto se inició con un cuentacuentos hilarante y muy bien elaborado, seguido de la presentación propiamente dicha. Aquí os dejo una parte de mi participación en esta jornada, en referencia a KICHAY y su autor.
 

Alejandro Romera (Miradas de ébano, 2011; Kichay, 2012) nace en Madrid en 1978, es ingeniero de telecomunicaciones y en la actualidad trabaja como profesor de imagen y sonido. Sin embargo, su gran pasión desde muy pequeño ha sido la escritura, en diversos formatos (novela, relatos, poesía...), pero siempre dirigida hacia sí mismo, para su realización personal y probablemente sin pensar en un público objetivo. De hecho, he leído una frase de Alejandro que me ha llamado poderosamente la atención y que quiero compartir con ustedes. Decía así: "No tengo premios ni una dilatada carrera como literato, tan solo la necesidad de contar". Personalmente, me parece una idea acertadísima. Y es que, si algo tenemos en común los que escribimos, es precisamente esa necesidad de contar cosas, de transmitir algo nuestro a los demás, buscamos la comunicación mediante la palabra escrita, que puede ser tan efectiva o más que la palabra hablada, si se da con el receptor adecuado. Y no estamos hablando de una comunicación superficial o efímera, sino de gran profundidad y calado, una relación que a veces es tan intensa que puede cambiar el curso de una vida. 


Pues bien, se nota que Alejandro siempre ha tenido muy claro este aspecto de la escritura que tiene que ver con la necesidad de escribir lo que uno siente que ha de escribir. Porque si no es así, corremos el riesgo de perder la esencia de la escritura por buscar una mención o un premio que, en la mayoría de los casos, está vendido. Por eso precisamente, la esencia de la tarea del escritor radica en contar lo que se quiere contar y como se quiere contar; esencia ésta que Alejandro conserva sin mácula, y eso se plasma con toda transparencia en su obra. 



"Kichay" es un compendio de 15 relatos cortos muy distintos entre sí, al menos en apariencia. Son historias de gran brevedad y concreción, como dicta el género, bien enfocadas sobre el tema que el autor quiere presentarnos y con un estilo narrativo sencillo, lo que no significa simple ni superficial; de hecho, es todo lo contrario. Los relatos de este libro conjugan distintas perspectivas narrativas, en primera y tercera persona, en presente y en pasado, incluso hay algún relato en forma de epístola..., en definitiva, un gran número de recursos literarios sobre los que Alejandro demuestra un completo dominio, no sólo porque su uso sea técnicamente correcto, sino porque consigue con ello que la historia se transmita con mucha más fuerza al lector e impacte de lleno en su mente.

Cada uno de los relatos recogidos en "Kichay" deja un poso en el lector, o al menos así ha sido en mi caso y el de otras muchas personas -lectores y escritores- que ya han posicionado a Alejandro Romera en su lista de autores a seguir muy de cerca. Como decía, Alejandro sabe cómo remover en la mente del lector, incluso con relatos que apenas superan las tres páginas. Esta obra contiene historias con una fuerza narrativa poco común, así como una originalidad que yo, personalmente, echo de menos en la literatura que nos venden desde los medios de comunicación y las grandes superficies. Originalidad, sí, aunque nos hayamos acostumbrado a decir que ya está todo inventado.

Alejandro Romera presentó "Kichay"en la librería "La esquina del zorro", Madrid

Y quisiera llamar la atención sobre esta postura, en la que no parece fácil ponerse de acuerdo. Son muchos los autores, en distintas ramas artísticas, que afirman que ya está todo escrito, o filmado, o contado... Habría que analizar de qué estamos hablando exactamente. En "Kichay" se tratan temas muy dispares: la injusticia, la guerra, la atracción, la desigualdad, la muerte, la venganza..., en definitiva, aspectos que en mayor o menor medida han ocupado la mente humana desde el principio de la especie. Tópicos, podríamos decir, pues han sido parte de nuestra tradición cultural sin distinción de época, raza, sexo o religión. Y sin embargo, hay mucha originalidad en la obra de Alejandro Romera. Esto es posible si nos planteamos la creatividad como el reto de contar una historia desde un prisma distinto a los habituales.

Prolongada e intensa firma de ejemplares de "Kichay"

En el caso de los relatos de "Kichay", es cierto que los temas desarrollados responden a grandes leitmotiv, pero lo que atrapa, lo que sorprende, lo que impresiona de ellos es precisamente lo insólito de su enfoque. Ahí reside, desde mi punto de vista, gran parte de la originalidad que encontramos en "Kichay", en la forma de enfocar la atención del lector sobre determinados aspectos realmente novedosos del tema tratado.
El enfoque de Alejandro Romera, si bien es distinto de un relato a otro, suele conjugar la fantasía con la más rabiosa realidad, la ternura con la crítica social, o la cotidianidad más palpable con sucesos extraordinarios. Todo ello a lo largo de 15 historias donde se sugiere mucho más de lo que se cuenta y lo que se cuenta no es más que una pequeña parte de la totalidad narrativa, como corresponde a las exigencias de un género tan complicado de elaborar como lo es el cuento o relato breve. 

Leyendo el libro, queda claro que todos y cada uno de los relatos ocultan tras de sí un arduo y prolongado trabajo de elaboración, pero un trabajo que, ante todo, sospecho que ha estado colmado de satisfacciones. Y estoy convencido de que todo eso, de algún modo, se transmite al lector.

La presentación motivó un interesante debate durante el turno de preguntas

Para mí, la lectura de “Kichay” ha sido, sencillamente, deliciosa. Cada relato se puede degustar tanto como el lector se quiera permitir. Los hechos narrados trascienden las páginas del libro, sobrepasan la escena, se expanden en nuestra mente y calan con fuerza más allá de los bastidores que limitan la obra literaria. Los mensajes de estos cuentos naufragan de forma sublime como literatura cuando atracan en el puerto de la vida, de nuestra vida, como un azote crítico que entronca simbióticamente con la realidad nuestra de cada día.

Por eso, les invito a paladear esta obra poco a poco, sin prisas, pues si bien pueden ustedes leerlo en unas horas y también quedarán satisfechos, la grandeza de “Kichay” es que nos da la opción de ser lectores activos, no pasivos. En otras palabras, Alejandro Romera nos ha brindado la oportunidad de ser coautores de su obra, de elaborar los relatos, en definitiva, de saborear la literatura. Sólo por eso, ya merecería la pena leerlo, pero es que hay mucho más, y eso habrán de descubrirlo ustedes mismos.

Con Alejandro Romera, después de la presentación

viernes, 12 de abril de 2013

Quedaron las brasas



...y cuando ya no hubo fuego,
quedaron las brasas, vívidas, odiosas,
incandescentes...
Su paisaje triste, sus bofetadas de calor
en el rostro
y esa sensación
de que nunca se extinguirán,
de que cualquier soplo de viento
reavivará su dolorosa flama
sobre lo que antaño fue bosque.
Era bello el bosque...
Era bello el fuego...
Pese a todo,
era bello.

Por:
Juan Luis Vera

domingo, 7 de abril de 2013

"Las reglas del azar", de Carlos María Cabrerizo.



SINOPSIS. Las reglas del azar es un escorzo de la vida; narrada en primera persona, desde el intimismo obsesivo y solitario de Enrique, un hombre cualquiera al que le ocurren cosas vulgares; pero, la inteligencia del lector tiene que ir intuyendo y descubriendo página a página la verdad de su entorno y de sus actos.

2007, en una Barcelona a punto de estallar la “crisis inmobiliaria”. Un joven periodista, casado y con una hija, tiene que escribir una novela por encargo. El argumento, lo encuentra en la vida de una mujer que acaba de sufrir un accidente de tráfico del cual es testigo el protagonista. A partir de ahí, no sabemos con certeza si el azar se mueve por ciertas reglas para que todos encontremos, o no, lo que buscamos o nos merecemos. Neoexistencialismo en estado puro en esta entretenida novela, Imprescindible para entender por dónde va la estética de los nuevos valores de la literatura española.

Las reglas del azar nos zambulle de lleno en el mundo íntimo de un perdedor que, curiosamente, tiene todo lo que podría desear. Nos topamos con Enrique, un hombre que se ciñe sin escollos al prototipo de lo socialmente deseable. Desarrolla un trabajo digno en la sección de cultura de un periódico, es correcto y trabajador, se lleva razonablemente bien con sus compañeros de oficina, tiene su hogar, una esposa estupenda y una hija preciosa que es el cénit de sus alegrías. Su existencia, como la de tantos y tantos especímenes en las mismas condiciones, es rutinaria, anodina, aburrida, casi enquistada en la endiablada y perseverante tiranía de las agujas del reloj. Mas, pese a ello, Enrique se siente satisfecho con su vida, esa satisfacción acomodada y tediosa que da la asimilación de la rutina. Así es, hasta que un hecho fortuito ―¿o tal vez no tan fortuito?― irrumpe en su devenir.

Enrique presencia un accidente de coche en el que logra rescatar a una joven de una belleza sobrecogedora, cuyo marido muere en el acto. A partir de este momento, Enrique entrará en un bucle de acontecimientos que pondrá su vida patas arriba, pero no de golpe y porrazo, sino lentamente, con esa cadencia que define a las tretas que juega la vida, como un camino que se estrecha poco a poco de forma que no nos percatamos de su angostura hasta que ya nos es imposible transitar por él.

Carlos María Cabrerizo (Paraje para olvidados, 2012) acierta de lleno en el planteamiento de esta novela, tanto en la construcción del interior del protagonista y la relación con su entorno, como en la narración intimista en primera persona. Todo ello, unido a un lenguaje que es a la vez sencillo y profundo, atrapa al lector a través de la absorbente complejidad de Enrique quien, más que un personaje, es una visión en espejo de los debates existenciales que nos aquejan como seres humanos. Es prácticamente imposible no empatizar con las dudas de Enrique, con sus disonancias mentales, con esa sensación de que cada nuevo paso es un disparo a bocajarro contra los que un día no tan lejano consideró principios vitales indestructibles.

En definitiva, Las reglas del azar es un viaje sin retorno en el que Enrique se ve obligado a conocerse a sí mismo, tal vez por primera vez en su vida, con todas sus asperezas, debilidades e incongruencias. La imagen que durante años construyó de sí mismo se distorsiona ante los envites de la realidad desnuda, la verdad de su propio ser, la misma que rasgará en mil pedazos la tupida venda sobre sus ojos. Carlos María Cabrerizo nos invita con esta novela a realizar una incursión sin salvavidas por el océano embravecido en que se convierte en ocasiones la cotidianidad; un viaje crudo y palpitante rematado con un final, sencillamente, deslumbrador.

FICHA TÉCNICA:

Autor:
Género: Novela actual urbana
Año: 2013
Palabras: 51700 (aprox.)
Páginas: 200
ISBN ebook: 978-84-941126-2-1
ISBN libro: 978-84-941126-0-7
Formato ebook: ePub (sin DRM)
Formato libro: Rústica, 15x21 cm
Precio ebook: 3.06 € (iva incluido)  
Precio libro impreso: 15 € + gastos de envío (iva incluido)