lunes, 20 de junio de 2011

¿Y si lo hubiera hecho...?

¡Hola de nuevo, amigos y amigas! Sed bienvenidos/as, como siempre, a la Posada.

La libertad es un concepto extraño, ¿verdad? Siempre somos "libres", pues siempre tenemos distintos caminos entre los que optar, pero... ¿realmente podemos elegir? ¿Qué ocurre cuando hay algo muy por encima de nosotros que limita nuestra voluntad, aunque ésta esté al alcance de nuestra mano? ¿Qué pasa cuando no "podemos" hacer lo que más deseamos?...
Aunque, tal vez (y sólo tal vez), la pregunta más crucial, ¡y la más terrible!, sea la que nos asedia después, día y noche, sin descanso...
¿Y si lo hubiera hecho...?

Queridos visitantes, quiero compartir con vosotros una historia tan breve como impactante. Puede que ya os la hayáis cruzado; no en vano, ¡ya cuenta cinco años a sus espaldas! Si es así, creo que está bien recordarla. Si no, ¡no dejéis de verla!

¡Seguid este enlace si queréis hallar una pequeña gran maravilla!

"One hundredth of a second"
Susan Jacobson
(2006)

miércoles, 8 de junio de 2011

Sara y la manada


Para todos aquellos que queráis tomaos un instante de respiro en los Aposentos de este hogar, estáis invitados a participar en un extraño viaje a caballo entre la poesía y la obsesión lingüística. No os costará hallar la peculiaridad de esta historieta. ¡Que os sea grata la estancia!


Sara y la manada

Sara saltaba a la zaga,
la falda ajada, alzada a la alta maraña.
La mañana nacaraba la amada Praga,
más allá,
tras la parca, anclada a la malvada algazara.
Nada avanzaba Sara, cansada, acabada,
la cara rasgada a cada rama.
Sangraba la faz, alma sangrada,
¡Abba!”, clamaba, mas nada pasaba.
¿Ya nada la salvara?
Más atrás andaba la manada,
lanzada tras la zagala.
Ladraban, ladraban, ladraban,
acataban la caza,
a Sara la llama apagaban.
Ya la alcanzaban...

Alza Sara la cara para hallar, a nada,
rara cabaña plantada tras vasta bajada,
apartada a la maraña;
casa dada a la acampada.
Halla las nalgas arañadas tras acatar la rampa,
mas para nada para.
Llama a la aldaba.
Nada pasa. Tras Sara ladraban.
¡Abracadabra!”, salta, mas nada.
La manada ya baja,
agazapada, a la grava.
Ya harta, lanza gran patada a la tabla.
La ráfaga manda la aldaba a largas yardas,
la tabla machaca. Sara traspasa las jambas.
Mala atalaya”, baraja.
A la par, alta dama valla la andada.

Alzada a mala gana, tras catar mala manzana,
a Sara la abalanza: “¡Zángana!”, brama.
Ah, maja dama”, halaga Sara.
¿A q’andas, rapaz? ¿Asaltas la casa?
Nada hallarás acá. ¡Larga!
¿Asaltar? Para nada.
¡M’achanta la manada!
¿Manada?” “Allá”, aclara.
¡Malvada!”, blanca la faz, taladra la dama;
¡Larga, mala tártara! La parca arrastras.
La manada ya ataca la cabaña”,
clama Sara, “nada ganarás,
nada gana la tardanza”.
Anda, pasa”, la arrastra;
más carga para la maga”.

¿Maga?” “Apalabrada,
mas maga a la larga”.
¡Alabanza para las hadas!”, canta Sara:
¡Aplaca la manada!
Blanca vara agarra la dama.
A ralas trazadas,
traslada rana a katana para saltar a la batalla.
A nada, la zaragata acaba.
Avanza la maga hasta Sara,
alzada la sangrada katana:
Hazaña acabada. ¡Paga!
Sara adapta la faz al alba:
nada para pagar cargaba.


 Escrito por:
Juan Luis Vera

viernes, 3 de junio de 2011

Lucha de Titanes

Cuentan los mitos ancestrales que en los albores de los tiempos, allá donde la furia de los cielos devoraba con su aliento las entrañas de la tierra, la legendaria Lilith vivió la dicha –o quién sabe si desdicha- de hallarse en plena pugna verbal con aquél que representaba todo lo que tiempo atrás rechazó, en pos de una vida plena, rubricada bajo los únicos dictados de su propia voluntad. Encontrose, pues, cara a cara con el reflejo de la esclavitud y la ignorancia, refugiado bajo la advocación de quien mucho más adelante sería fiel espejo de su orgullo, y le habló. ¿Qué se dijeron? Nunca nadie lo supo. Nunca… hasta hoy.  


Leónidas: Hola, Lilith. Cuéntame un chiste, que me aburro. Dentro de poco bostezaré… I’m sorry.

Lilith: me parece una falta de educación… ya lo sabes. Y si te aburres pues cómprate un mono. Lo siento, pero no tengo gracia para contar chistes…

Leónidas: ya me compré uno, pero se murió de aburrimiento. Además, contigo me basta y me sobra. Por cierto, ¡más perfeccionista y no naces,hija!

Lilith: ah, pensaba que se te habrían gastado las pilas… jaja. ¿Me estás llamando “mona”? ¿A qué te refieres con perfeccionista? Yo no lo había detectado… ¿Hija? ¡Pensaba que tenías 25 años! Te conservas muy bien.

Leónidas: me conservo como lo que soy: un dios. Hay tantas cosas que no sabes… Como lo de hija, pero claro, hay temas que me están vetados. Ay, que paciencia. En fin, te dejo a ti las parrafadas.

Lilith: ohhhh, discúlpeme Señor, no sabía nada de su existencia. ¿Seguro que hay tantas cosas que desconozco? No sé, no sé; sabe que conmigo no hay temas vetados, usted puede tratar cualquier asunto, yo le escucho (o le leo). Para serle sincera, sí que tengo mucha paciencia, gracias por reconocerme esa virtud, es todo un honor viniendo de usted.

Leónidas: ya que sabes con quien estás hablando, deberías escribir de rodillas, pero bueno, me conformaré con el trato de usted. Eso sí, no esperes que esa mínima atención te sirva para librarte del infierno. ¡Qué le vamos a hacer! En fin, sólo puedo decir una cosa: “Padre, perdónala, porque no sabe lo que dice”.

Lilith: Oh Dios mio, gracias por el maravilloso regalo que acaba de hacerme: ¡ir al infierno!, no hay cosa en el mundo que desee más. Le seguiré tratando de usted, pero no necesito el perdón de nadie.

Leónidas: Ni lo tendrás. Así, todos contentos. No hace falta que me des las gracias, pobre mortal. Yo soy así: benevolente y misericordioso con las míseras criaturas que pululáis sin rumbo –o creyendo tenerlo- por la tierra. He dicho.

Lilith: pues que así sea.

Leónidas­: Amén. Es por decir la última palabra.

Lilith: ya lo veo, pero a mi me jode no decir la última palabra.

Leónidas: pues jódete.

Lilith: no, gracias. J

Leónidas: sí.

Lilith: ¿sí? ¿Qué quieres decir con “sí”?

Leónidas: pues lo contrario de “no”. Si es que, cuando no se llega, no se llega…

Lilith: no insulte a su propia obra.

Leónidas: ya ves, pequeñuela, hasta el mejor maestro a veces hace bocetos defectuosos. Pero descuida, lo asumo y reconozco mis errores. No te exigiré más de lo que puedas hacer, y menos en la construcción de frases, que veo que no es tu especialidad. De tus pecados, yo te perdono.

Lilith: vuelvo a repetirle que ni quiero ni necesito ningún tipo de perdón. Me gustaría, si puedo, recordarle que en la imperfección se encuentra la belleza, así que, no cuestione su obra. Los errores solo son una parte más de su creación.

Leónidas: te felicito. Esa es la mejor filosofía posible para quien no ha tenido el privilegio de conocer la auténtica perfección. ¡Sigue así!

Lilith: prefiero la imperfección, la perfección es demasiado aburrida. Seguiré así, descuide.

Leónidas: ya estás cayendo en la incoherencia. ¿Cómo puedes preferir una cosa frente a otra que no conoces? No se puede elegir cuando no hay objetos entre los que optar, pequeñuela.

Lilith: en este caso, es algo que me viene dado, por ello, no me queda otra que acatar esa imperfección. Y, ¡qué mejor manera de hacerlo que fijándome en lo positivo que de ello se deriva! No conozco la perfección, lo asumo, pero solo sé que me gusta ser imperfecta.

Leónidas: ¡¡¡Bravo!!! ¡Bien hecho! (Pulsa la tecla “intro” para obtener una bolita de comida) ¿Recuerdas? Condicionamiento, refuerzos, dios maneja los hilos… ¿lo pillas? Vale, lo siento, te he pedido demasiado.

Lilith: no se disculpe Todopoderoso. Entiendo que usted tenga que abarcar todo tipo de cuestiones, aunque no proceda en este caso. Solo darle un consejo: siga intentando lograr una obra perfecta y no pierda el tiempo con las imperfectas.

Leónidas: yo soy la perfección. A partir de ahí, nada puede ser menos absurdo.

Lilith: en vista que usted ya se encuentra cansado, aburrido y demás adjetivos que no quiero pronunciar (o escribir), cerramos aquí una breve pero intensa conversación. Disculpe mi osadía, al ser yo la que le invite a abandonar tan interesante intercambio de opiniones.

Leónidas: sea pues, hija mía. Ve en paz.

Lilith: en paz mejor que no. Pero que así sea.

Leónidas: Así sea.

Lilith: muy bien.


Juzgad vosotros mismos, mas puedo aseguraos que la trascripción es fiel y las palabras, exactas. Así acaeció. Es cuanto puedo revelaos.

Arranca el 7º Festival Internacional de las Artes de Castilla y León

Honrados caminantes, hoy -viernes 3 de junio- arranca en Salamanca el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León (FÀCYL), para presentar, en calidad de estreno en España, los últimos trabajos y creaciones de algunos de los más prestigiosos artistas internacionales de nuestros tiempos. Ya es la 7ª edición de esta magnífica concentración de joyas del arte contemporáneo, y el programa promete satisfacer por igual las inquietudes de legos y expertos en las distintas artes.
Este año, FÀCYL mantiene su esencia y da continuidad a una línea de programación coherente respecto a ediciones anteriores. Las salas acogen una extensa oferta de trabajos escénicos en los que la danza, el teatro, la ópera, la música coral, las performances o los recursos multimedia se fusionan desde una perspectiva absolutamente vanguardista.
Siguiendo el camino iniciado en 2010, la música, y muy especialmente la clásica, desde una perspectiva contemporánea, vuelve a ser protagonista con el deseo de recuperar la base en la que se fundamenta toda la evolución y producción musical posterior. Por segundo año consecutivo, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León nos brinda un espléndido concierto de apertura.
Pluridisciplinar, multicultural, vanguardista, contemporáneo... Calificativos todos ellos que definen lo que es FÀCYL y una manera de entender las artes del siglo XXI.

Os dejo aquí un enlace a la programación del festival, para que podías ojearla y así, en la inigualable tranquilidad de los Aposentos, decidir si tal vez vuestro próximo viaje os conduzca a tierras salmantinas.