martes, 4 de octubre de 2011

Mi hora oscura

Queridos parroquianos, os dejo aquí una poesía que escribí hace unos meses. La poesía no es mi especialidad y no es una variante en la que me sienta suelto, pero esta noche, bajo el haz tenue despedido por el pávilo de las velas, quisiera compartir con vosotros "Mi hora oscura". Tomad, pues, asiento en vuestros Aposentos...


- Mi hora oscura -

Fui terror en el crepúsculo
y a la mañana, destello.
Yo no cambié en nada;
sólo los ojos del pueblo
que, saciados de pan y circo,
aplaudieron mi decreto.
¡Ojalá fuera tan fácil
acallar los pensamientos!

De la mañana el letargo
oyó un grito en el destierro:
son las almas que perecen,
arrancadas de su suelo,
las mismas que un día reinaron
hasta que mi espada vieron
cercenar la justa barba
de quien me nombró heredero.

¡Oh, extraños días sin vida!
¡Oh, noches sin asueto!
La luna destapa mis mentiras
y el sol no redime mis silencios.
No sé si todos lo oyen
o soy el único del reino
que al despertar las estrellas
gemir escucha al rey muerto.

Y en ésta, mi hora oscura,
el brillo de acero contemplo.
“Tu destino es claro”, digo,
“¡destrona a este desecho!
Aquí solos tú y yo estamos,
y la voz del rey depuesto.
¡Pon ya fin, espada mía,
a mis noches de tormento!

Permite a tu filo rasgar
vieja sangre en nuevo cuello.”
Alzo la vista a la luna;
elevo un último rezo.
Oigo de pronto unos pasos.
Se escurren junto a mi lecho.
Sin pausa empuño una vela
y entre lo oscuro yo tiento,

para encontrar el semblante
de Ores, mi brazo derecho,
quien planeó la matanza
y para el resto el destierro.
“Todo va bien”, me dice,
mientras su daga hace el resto.
Fue terror en el crepúsculo
Y a la mañana, destello.


Escrito por:
Juan Luis Vera

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