viernes, 27 de mayo de 2011

La indiferencia de hoy son los grilletes de mañana

Hoy, se han oído gritos en los establos. Hoy, se han forjado millones de heridas, pues no han sufrido la brutalidad irracional sólo unos cuantos.
Hoy, toda la ciudadanía está de luto... por la muerte del sentido común. 

Ya hace días que llegaron a la Posada noticias similares desde los cuatro puntos cardinales. 
El conjunto de los ciudadanos de este país estaba llevando a cabo cuantiosas acampadas en las plazas de sus ciudades, de forma ordenada y pacífica, para demostrar su indignación con las injusticias que se permite esta decadente "democracia", que ya ni siquiera merece tal nombre.
Por todas partes, las personas se han reunido para ejercer pacíficamente su libertad de expresión. En pleno siglo XXI y en un país "democrático", ¡a nadie se le ocurriría pensar que ese derecho se pudiese apalear! ¿Cómo podría ocurrir algo tan absurdo? ¿Qué clase de mente psicópata se lo plantearía?



Pues esa mente psicópata y peligrosa, esa aberración inhumana, existe y tiene nombre propio. Según ha llegado a oídos de este posadero -y parece que la información es veraz-, ese engendro endiablado se llama Felip Puig, Consejero de Interior de la Generalitat de Catalunya. No se nos pasa por alto que es uno entre muchos psicópatas que, precisamente por serlo, han logrado escalar a los más altos puestos de la política. Y, por supuesto, lo que no pasamos por alto es que nadie -insisto, NADIE- puede dar una orden tan ominosa a las fuerzas de seguridad.

¡Fíjaos bien en las imágenes!
Ésta es la respuesta de la política a la libertad de expresión. Ésta es la forma en que la "democracia" española despacha a sus hijos, a los ciudadanos a los que se debe. En definitiva, ésta es la forma en la que mueren los derechos humanos.
Queridos parroquianos/as y visitantes, si apreciáis vuestra legítima libertad para manifestar vuestra opinión sin que ello implique dormir con miedo a ser lapidados/as, no podéis permanecer indiferentes a estos hechos.

No se me ocurrirá dictáos una lista con lo que conviene que hagáis; no soy quien para hacerlo, ni lo pretendo. Tan sólo permitidme ofrecéos un enlace donde, si queréis, podéis firmar por la dimisión de Felip Puig:

No obstante, haced lo que creáis que debéis hacer. Haced lo que se os ocurra, aportad vuestro granito de arena en la forma y medida en que lo deseéis... Pero no seáis indiferentes, por favor, ante un acto tan salvaje de violencia injustificada.
¡La indiferencia de hoy son los grilletes de mañana!


Tomado parcialmente de: http://www.enriquedans.com/2011/05/la-democracia-comiendose-a-sus-hijos.html

3 comentarios:

  1. Muy buena reflexión. Con la excusa de "limpiar" espacios públicos de la salubre verdad, algunos dan el paso a reprimir un sentimiento que cada vez se hace más grande. Sea esta posada lugar para los "indignados".

    La obra maestra de la injusticia es parecer justo sin serlo (Platón)

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  2. Durante mucho tiempo, la injusticia ha sabido parecer justa sin serlo. Ahora, ya no tiene modo de ocultarlo: ¡su abismal hipocresía ya no engaña a nadie!
    Estoy absolutamente de acuerdo en que esta barbaridad solamente hará que el sentimiento de indignación sea más grande.
    Es el momento de hacernos fuertes frente a la barbarie de unos políticos que, ahora más que nunca, están bufando como fieras acorraladas por algo que, ni pueden, ni saben cómo controlar.
    ¡Es el momento de hacer algo!

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  3. ¡Qué indignación! Detenciones, palizas... ¿Hasta dónde piensan llegar? ¿Para adecentar el aspecto de la plaza por si el Fútbol Club Barcelona ganase la final de la Champions Ligue? ¿Desalojo temporal por motivos de salubridad? Pero, ¿Qué salubridad? Nos intentan vender una moto que va a pedales, pero todo esto solo conseguirá que el sentimiento de indignación de todos los ciudadanos sea mayor.
    No podemos ni debemos mostrarnos indiferentes: la unión hace la fuerza. Un grano no hace granero, como dice el refrán, pero ayuda al compañero. Una voz no es muy potente en medio del desierto de ignorantes y borregos que quieren convencerse de que todo está bien, pero millones de voces silenciosas anunciando a los cuatro vientos que no nos vamos a dejar pisotear tiene una potencia impresionante.

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