El presente texto es la segunda parte de un artículo algo más extenso. La primera parte se publicó en este mismo sitio el 9 de agosto de 2011. Es conveniente haber leído la primera parte antes de continuar con esta entrada.
¡Un gran saludo, del posadero!
¿Beneficios?
"La Conferencia Episcopal Española considera que la visita de Joseph Ratzinger no es un despilfarro, pues "siempre que viene el Papa es un negocio económico y espiritual". ¿En verdad es un negocio? Según el consejero de Presidencia de la Xunta, Alfonso Rueda, la estancia del Papa en Santiago costará a las arcas gallegas 3 millones de euros y es "una inversión muy rentable, porque los beneficios van a ser muy superiores", en su opinión". Así lo expresa elEconomista, donde también se afirma que un cálculo aproximado estima los beneficios para la Xunta en 17 millones de euros.
En Barcelona, los beneficios esperados eran mucho más optimistas, ascendiendo a 29'8 millones de euros, entre pernoctaciones, compras, comidas, uso de transportes, etc. Visto así, la visita del Papa parece una buena inversión; no obstante, los contribuyentes laicos consideran inadecuado que el Estado, como ente político en el que todos estamos incluidos, realice un dispendio económico tan grande con fines religiosos.
Ahora bien, ¿son reales estos beneficios? Sin duda todos recordamos aquel sonado V Encuentro Mundial de las Familias que tuvo lugar en Valencia durante julio de 2006, también presidido por Benedicto XVI. Dicho encuentro gozó de gran publicidad para la ciudad de Valencia, cifrándose los beneficios esperados también en numerosos millones de euros (no hay datos claros al respecto). Sin embargo, la Fundación V Encuentro, organizadora de los actos, "adeudaba a principios de 2008 tres millones de euros por los gastos realizados en el evento", según recoge el diario El País.
Tanto es así que a finales de 2009 el Consell tuvo que inyectar 2 millones de euros a dicha entidad porque la falta de liquidez derivada de la visita del Papa comprometía el pago de las deudas y la continuidad de la propia Fundación V Encuentro. ¿Ha servido de solución? Ni mucho menos. Sencillamente, la deuda ha cambiado de destinatario, pero sigue vigente aún en la actualidad, 5 años después de aquella visita papal.
Respecto al tema que nos ocupa, la próxima visita a Madrid, anteriormente se hizo mención de los gastos previstos: 50 millones de euros. Pues bien, muy recientemente toda la prensa española se ha hecho eco de la expectativa de beneficio que reportará esta visita a Madrid.
Según las cifras aportadas por la organización de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), liderada por la Conferencia Episcopal y el Arzobispado de Madrid (de nuevo, juzgue cada uno la credibilidad de la fuente), este evento reportará unos beneficios de 100 millones de euros, principalmente en forma de ganancias para comerciantes y empresas: comidas, artículos de recuerdo, alojamiento, uso del transporte público, etc. Todo ello sin contar con otro tipo de beneficio que también tiene repercusiones económicas: la proyección de la imagen de Madrid a nivel internacional, con el impacto turístico consecuente. "Según las administraciones, el Papa es un reclamo turístico colateral inmenso", publica Madridiario.
Por esta razón, los poderes públicos y privados se han volcado (y se están volcando) plenamente en esta visita pastoral. El consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid, Percival Manglano, dio la cara a favor de la JMJ y "cifró en 100 millones de euros la inyección económica que supondrá el evento en el contexto económico nacional, una cantidad similar a la que defienden los organizadores de la visita", según recoge El País.
No obstante, son numerosas las entidades y personas en general que dudan de estas cifras tan optimistas. El Gobierno defiende que no ha realizado ninguna aportación en metálico a la JMJ. ¿Es cierto? Difícil saberlo, cuando los datos de los gastos asociados a este evento no están a disposición pública. Por tanto, estos supuestos gastos, en caso de existir, no han sido incluidos en la estimación general que sitúa el coste en los 50 millones de euros.
Pero hay algo más. Ninguna aportación "en metálico", han especificado. Suponiendo que esto sea cierto, la cesión gratuita de espacios y servicios públicos o las exenciones fiscales, efectivamente, no son aportaciones "en metálico", pero sí suponen un porcentaje de gasto importante que, como es lógico, será costeado con dinero público, esto es, con los impuestos de todos los españoles.
Y ahora es cuando podemos preguntarnos por los beneficios específicos de la visita de Benedicto XVI. ¿Realmente dejará beneficios en Madrid? Probablemente, sí. Ahora bien, ¿quién percibirá dichos beneficios? Principalmente, las empresas de restauración, hostelería, comercio, transporte, etc. La mayor parte de estas empresas están aportando recursos monetarios y materiales para sufragar parte de los gastos, pero a cambio, obtendrán un importante margen de beneficio.
Por último, ¿de dónde saldrán esos beneficios? Naturalmente, de los bolsillos de aquellas personas que durante estos días se hagan usuarios de dichos servicios y productos. Por tanto, los principales generadores de beneficio serán los fieles que acudan a ver al Papa, pero también los turistas que nada quieran saber de este evento, y también todos los madrileños que pagan sus impuestos, y también todos los usuarios del metro, y también, a la larga todos los contribuyentes.
Pues bien, hemos comprobado que las empresas implicadas sufragarán determinados costes para, finalmente, obtener importantes beneficios económicos. Preguntémonos todos: ¿cuál será el beneficio de la visita del Papa para los contribuyentes? La respuesta no puede ser sino una decepción.
(A colación de este tema, entre las fuentes citadas más abajo se incluye un artículo de Diario Crítico que es de gran interés, pues recoge información específica acerca de los costes y financiaciones que se mueven en torno a la JMJ. Además, es una de las pocas publicaciones al respecto que no repiten exactamente lo mismo que todas las demás).
La situación económica actual
Sobre la situación económica de base con la que nuestro país se prepara para recibir al Papa, poco se puede decir que no sepamos ya. Todos estamos al corriente de la inmensa debilidad de nuestros mercados, así como de los alarmantes datos de paro y endeudamiento. Según datos de elEconomista, a día de hoy:
- El 60% de los autónomos españoles duda que pueda mantener su negocio.
- Un total de 1.494 empresas se han declarado insolventes, siendo el 2º nivel más alto de la historia.
- El endeudamiento de las autonomías ha alcanzado niveles de auténtico peligro para la economía nacional y la inestabilidad de sus cuentas sigue incrementándose.
- La producción industrial descendió un 2% en junio.
- Los precios de importación subieron el 7,7% en junio.
- El PMI de servicios cayó a 46,5 puntos en julio.
- El PMI manufacturero cayó a 45,6 puntos en julio.
- El IBEX 35 se caracteriza por su inestabilidad y por estar tocando mínimos.
Por otro lado, de acuerdo con los datos recogidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) dentro de su última Encuesta de Población Activa (EPA), la tasa de paro en el segundo trimestre de 2011 ha alcanzado el 20,89% de la población: un total de 4.833.700 parados en nuestro país. En otras palabras, una salvajada.
Del mismo modo, no conviene olvidarse de la famosa prima de riesgo. Como sabemos, nuestro país ha estado al borde de un rescate económico por parte de la comunidad europea cuando, hace tan sólo una semana, nuestra prima de riesgo superó los 400 puntos básicos, situándonos así en la "zona de peligro". A día de hoy, la prima ha descendido en torno a los 300 puntos, pero no seamos tan ingenuos de creer que ya estamos fuera de riesgo. Con la enorme inestabilidad que demuestran nuestros mercados, "fuera de riesgo" es el término menos apropiado para calificarlos.
Estos y otros muchos datos sitúan a la economía española en uno de sus peores momentos. A decir verdad, las previsiones económicas más pesimistas son las que se han cumplido: en estos momentos, nuestra economía se encuentra más dañada que en 2010, según publica elEconomista. En estas condiciones de partida, la Comunidad de Madrid, endeudada hasta niveles pavorosos, se dispone a recibir la visita de Benedicto XVI, con todo su séquito y los gastos asociados a ello, previamente mencionados. ¿Cómo saldrá nuestra economía de este nuevo envite?
Una petición personal
Debo advertir al lector de que con el apartado anterior finaliza la parte documentada y analítica de este texto. Aquí comienza, de forma muy distinta, un alegato más personal, ya propiamente enmarcado dentro del terreno de la opinión.
Me podido comprobar que, desde numerosos grupos cristianos, se está pidiendo a los poderes públicos que no se realice un gasto tan desmesurado en infraestructuras, acondicionamiento de espacios públicos y otros preparativos similares. Del mismo modo, solicitan al propio Pontífice que no acuda a una cita que está suponiendo tal nivel de gasto para un país plenamente azotado por la crisis económica.
La razón que exponen estos grupos es bíblica: Jesucristo, defensor de los pobres y desamparados, no aceptaría que se montase toda esta parafernalia con la excusa de difundir su mensaje. Como Jesús, la Iglesia debería aprender a predicar en la montaña, sin grandes ostentaciones, al tiempo que echan a patadas a los mercaderes del templo de Dios. Hoy, sin embargo, los "mercaderes" ya no sólo ocupan los alrededores del templo, sino que se han metido hasta la sacristía. Eso es lo que, según estos grupos de cristianos convencidos, no se puede permitir.
Yo me uniría a su petición gustoso, si creyese que realmente fuese a servir de algo. Sin embargo, dudo muchísimo que los responsables del Vaticano vayan a sentir algún tipo de compasión por nuestra situación económica. Y dudo que lleguen a comprender que quien carga finalmente con los gastos que ellos van a ocasionar somos cada uno de los ciudadanos. Claro está que los fieles peregrinos que acudan a Madrid serán los que financien en mayor medida este evento, pero no serán los únicos. La subida de los billetes de metro es buena prueba de ello.
Dudo, en definitiva, que los grandes responsables católicos puedan recuperar el verdadero espíritu cristiano, el mensaje de pobreza que Jesucristo tanto promulgó.
Por ello, mi petición personal para el Papa es otra.
Su Santidad, humildemente le pido que enferme. Que no sea demasiado grave, mas sí lo suficiente para no poder efectuar su visita a Madrid. ¡Y hágalo su eminencia cuánto antes! En realidad, ya debería haberlo hecho, pues muchos gastos ya no son recuperables, pero aún podemos salvar algo de este despilfarro. Sé que no es una petición aceptable, pero opino que es más realista y practicable que pedirle, como están haciendo otros colectivos, comprensión y solidaridad. Créame que, si no lo creyera así, jamás le pediría tal cosa.
Su Santidad, haga caso de las suplicas de este humilde posadero. Enferme usted un poquito, atesore unas décimas de fiebre (una de las pocas cosas que usted no suele atesorar) y déjese cuidar en su casita. Mire que en ningún sitio se está mejor que en casa. Usted en la suya, yo en la mía y Dios en la de todos. Y así, todos contentos.
Fuentes empleadas
Sin duda a nadie le habrá pasado inadvertido: en los últimos días estamos siendo verdaderamente bombardeados por los medios de comunicación mayoritarios con dos ideas que se repiten hasta el hartazgo, a saber:
ResponderEliminar1) El pueblo español no ha tenido ni tendrá que contribuir con un duro a los gastos ocasionados por esta visita pastoral. El coste para el contribuyente (tanto directo como indirecto: a través del Estado) será nulo, ya que todos los gastos correrán a cargo de los fieles (70%) y de empresas privadas o particulares (30%).
2) La presencia del Papa en Madrid supondrá una inyección económica en dicha comunidad de, nada más y nada menos, 100 millones de euros, lo que servirá de notable impulso para nuestra maltrecha economía.
Si todo esto es cierto, ¡bienvenido sea Su Santidad! (Económicamente hablando: que nadie olvide que este artículo únicamente contempla los aspectos económicos, y no otros que también son relevantes, como los espirituales).
Ahora bien, ¿son realistas y reales estos datos? Puesto que los presupuestos siguen siendo "secreto de Estado" y no hay modo de que salgan a la luz, no podemos saberlo. Habrá que esperar a que la Comunidad de Madrid cierre cuentas a fin de año para saber cuál es el balance (aproximado, pues no creo que lo revelen todo) de esta JMJ 2011.