Este pasado viernes, 26 de abril, tuvo lugar en la librería "La esquina del zorro" (Madrid) la presentación de KICHAY, la última obra de Alejandro Romera, acto en el que tuve el privilegio de participar presentando al autor. Desde aquí agradezco una vez más a Alejandro su confianza en mí. El acto se inició con un cuentacuentos hilarante y muy bien elaborado, seguido de la presentación propiamente dicha. Aquí os dejo una parte de mi participación en esta jornada, en referencia a KICHAY y su autor.
Alejandro Romera (Miradas de ébano, 2011; Kichay, 2012) nace en Madrid en 1978, es ingeniero de telecomunicaciones y en la actualidad
trabaja como profesor de imagen y sonido. Sin embargo, su gran pasión desde muy
pequeño ha sido la escritura, en diversos formatos (novela, relatos, poesía...),
pero siempre dirigida hacia sí mismo, para su realización personal y
probablemente sin pensar en un público objetivo. De hecho, he leído una frase
de Alejandro que me ha llamado poderosamente la atención y que quiero compartir
con ustedes. Decía así: "No tengo premios ni una dilatada carrera como
literato, tan solo la necesidad de contar". Personalmente, me parece una
idea acertadísima. Y es que, si algo tenemos en común los que
escribimos, es precisamente esa necesidad de contar cosas, de transmitir algo
nuestro a los demás, buscamos la comunicación mediante la palabra escrita,
que puede ser tan efectiva o más que la palabra hablada, si se da con el
receptor adecuado. Y no estamos hablando de una comunicación
superficial o efímera, sino de gran profundidad y calado, una relación que a
veces es tan intensa que puede cambiar el curso de una vida.
Pues bien, se nota que Alejandro siempre ha tenido muy claro
este aspecto de la escritura que tiene que ver con la necesidad de escribir lo
que uno siente que ha de escribir. Porque si no es así, corremos el riesgo de
perder la esencia de la escritura por buscar una mención o un premio que, en la
mayoría de los casos, está vendido. Por eso precisamente, la esencia de la
tarea del escritor radica en contar lo que se quiere contar y como se quiere
contar; esencia ésta que Alejandro conserva sin mácula, y eso se plasma con
toda transparencia en su obra.
"Kichay" es un compendio de 15 relatos cortos muy distintos
entre sí, al menos en apariencia. Son historias de gran brevedad y concreción,
como dicta el género, bien enfocadas sobre el tema que el autor quiere
presentarnos y con un estilo narrativo sencillo, lo que no significa simple ni
superficial; de hecho, es todo lo contrario. Los relatos de este libro conjugan
distintas perspectivas narrativas, en primera y tercera persona, en presente y
en pasado, incluso hay algún relato en forma de epístola..., en definitiva, un
gran número de recursos literarios sobre los que Alejandro demuestra un
completo dominio, no sólo porque su uso sea técnicamente correcto, sino porque
consigue con ello que la historia se transmita con mucha más fuerza al lector e
impacte de lleno en su mente.
Cada uno de los relatos recogidos en "Kichay" deja
un poso en el lector, o al menos así ha sido en mi caso y el de otras muchas
personas -lectores y escritores- que ya han posicionado a Alejandro Romera en
su lista de autores a seguir muy de cerca. Como decía, Alejandro sabe cómo
remover en la mente del lector, incluso con relatos que apenas superan las tres
páginas. Esta
obra contiene historias con una fuerza narrativa poco común, así como una
originalidad que yo, personalmente, echo de menos en la literatura que nos venden
desde los medios de comunicación y las grandes superficies. Originalidad, sí,
aunque nos hayamos acostumbrado a decir que ya está todo inventado.
Alejandro Romera presentó "Kichay"en la librería "La esquina del zorro", Madrid |
Y quisiera llamar la atención sobre esta postura, en la que
no parece fácil ponerse de acuerdo. Son muchos los autores, en distintas ramas
artísticas, que afirman que ya está todo escrito, o filmado, o
contado... Habría que analizar de qué estamos hablando exactamente. En
"Kichay" se tratan temas muy dispares: la injusticia, la guerra, la
atracción, la desigualdad, la muerte, la venganza..., en definitiva, aspectos que
en mayor o menor medida han ocupado la mente humana desde el principio de la
especie. Tópicos, podríamos decir, pues han sido parte de nuestra tradición
cultural sin distinción de época, raza, sexo o religión. Y sin embargo, hay
mucha originalidad en la obra de Alejandro Romera. Esto es posible si nos
planteamos la creatividad como el reto de contar una historia desde un prisma
distinto a los habituales.
Prolongada e intensa firma de ejemplares de "Kichay" |
En el caso de los relatos de "Kichay", es cierto
que los temas desarrollados responden a grandes leitmotiv, pero lo que atrapa, lo que sorprende, lo que impresiona
de ellos es precisamente lo insólito de su enfoque. Ahí reside, desde mi punto
de vista, gran parte de la originalidad que encontramos en "Kichay",
en la forma de enfocar la atención del lector sobre determinados aspectos
realmente novedosos del tema tratado.
El enfoque de Alejandro Romera, si bien es distinto de un
relato a otro, suele conjugar la fantasía con la más rabiosa realidad, la
ternura con la crítica social, o la cotidianidad más palpable con sucesos
extraordinarios. Todo ello a lo largo de 15 historias donde se sugiere mucho
más de lo que se cuenta y lo que se cuenta no es más que una pequeña parte de
la totalidad narrativa, como corresponde a las exigencias de un género tan
complicado de elaborar como lo es el cuento o relato breve.
Leyendo el libro, queda claro que todos y cada uno de los
relatos ocultan tras de sí un arduo y prolongado trabajo de elaboración, pero
un trabajo que, ante todo, sospecho que ha estado colmado de satisfacciones. Y
estoy convencido de que todo eso, de algún modo, se transmite al lector.
La presentación motivó un interesante debate durante el turno de preguntas |
Para mí, la lectura de “Kichay” ha sido, sencillamente,
deliciosa. Cada relato se puede degustar tanto como el lector se quiera
permitir. Los hechos narrados trascienden las páginas del libro, sobrepasan la
escena, se expanden en nuestra mente y calan con fuerza más allá de los
bastidores que limitan la obra literaria. Los mensajes de estos cuentos
naufragan de forma sublime como literatura cuando atracan en el puerto de la
vida, de nuestra vida, como un azote crítico que entronca simbióticamente con
la realidad nuestra de cada día.
Por eso, les invito a paladear esta obra poco
a poco, sin prisas, pues si bien pueden ustedes leerlo en unas horas y también
quedarán satisfechos, la grandeza de “Kichay” es que nos da la opción de ser
lectores activos, no pasivos. En otras palabras, Alejandro Romera nos ha
brindado la oportunidad de ser coautores de su obra, de elaborar los relatos,
en definitiva, de saborear la literatura. Sólo por eso, ya merecería la pena
leerlo, pero es que hay mucho más, y eso habrán de descubrirlo ustedes mismos.
Con Alejandro Romera, después de la presentación |
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